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Impacto de las trampas de la nueva moratoria previsional

En muchos hogares argentinos, desde hace más de medio siglo que no se acostumbraba a hablar de dinero, finanzas, inversiones, cuentas a pagar, incluso, era un "tema de hombres".

Las mujeres no tenían la administración de sus bienes y en la mayoría de los casos, cuando trabajaban fuera de sus casas era para "ayudar" a la economía familiar.


La incansable lucha por los derechos de las mujeres nos ha llevado a la alegría de ver a nuestras hijas vivir en un mundo mucho más equilibrado e igualitario, en relación a las oportunidades de aquel que nos tocó vivir.


Hoy en día, muchas mujeres en el mundo tenemos el derecho de elegir con absoluta libertad el destino que queremos para nuestras vidas, y por ello la alegría de vivir un reciente 8 de marzo más, abrazando a todas las mujeres por lo hasta aquí logrado.


Hoy las mujeres hablamos de dinero, finanzas, inversiones, de pago de cuentas y compra de bienes y servicios, hablamos de las capacitaciones que nos empoderan y nos hacen más fuertes a la hora de negociar nuestra posición en el lugar en el que nos encontremos.


También es hora de hablar de nuestro futuro: ¿De qué trata la nueva "moratoria" previsional? ¿Por qué era necesaria? ¿Es conveniente o cómo impactará en nuestra vejez?


Estos y muchos otros son los interrogantes que nos planteamos, hoy por hoy, no sólo en los casos de las mujeres sino también para los hombres.


Vale en este punto remontarnos a aquel tiempo en que las mujeres no hablábamos de dinero.


En aquel tiempo, poco más de medio siglo atrás, una gran cantidad de mujeres argentinas, siguiendo un modelo cultural, realizaban la mayor parte de las tareas en el hogar y sólo en sus casas. Por ello, en los casos de fallecimiento del esposo, se le otorgaba el derecho a la pensión, es decir un 70% de lo que percibía el marido como jubilado, más otros beneficios adicionales como el de la cobertura a la salud.


Aquellas mujeres que trabajaban fuera de sus hogares y hacían los aportes, se le otorgaba el derecho a una jubilación, en tanto y en cuanto cumpliera con todos los años que exigía la ley. En esta situación encontrábamos, en su gran mayoría, a mujeres que ejercían la docencia, o trabajaban en escalafones menores de la administración publica en general y en cualquiera de los poderes del Estado.


Pero el desequilibrio era muy marcado entre la cantidad de mujeres que podían acceder a una jubilación y las que no tenían una historia laboral registrada con aportes, quedando estas últimas fuera del sistema.


El espíritu que inspiró a las moratorias anteriores a la Ley 24.476 (hoy vigente) y la 26.970 (cuya vigencia expiró el 31/12/2022) fue precisamente el de inclusión.


Ya a principio de este siglo XXI había mucha más participación de las mujeres en el mundo laboral. Hoy por hoy, las historias laborales son un poco más completas, la mayoría de las mujeres presentan algo de aportes, con lo que, completando con otros beneficios, se las puede incluir al sistema de la seguridad social, dándoles una jubilación y la cobertura de salud en la etapa de la vejez.


Pero los altibajos de la economía del país trajeron como consecuencia que, desde la década de 1990 en adelante, los hombres entraran en su gran mayoría a la economía informal, por lo que, en la actualidad, un gran porcentaje de hombres tampoco alcanzan a cubrir el total de aportes exigidos por la ley.


Mujeres que aportan en su gran mayoría en categorías menores, o que no aportan por estar en trabajos informales o en el hogar, sumado a hombres que en trabajos informales aportan un mínimo o no aportan, produjeron sin lugar a dudas un desequilibrio en el sistema, que trajo como consecuencia la estandarización de los haberes jubilatorios, tanto para hombres como para mujeres hacia una haber mínimo y universal.


Debo aclarar que el desequilibrio no sólo se produjo por los aportes, dado que la seguridad social se sostiene por múltiples y complejos sistemas que involucran decisiones no sólo económicas sino también financieras.


Finalmente, es ilustrativo analizar cómo impactará en el futuro esta nueva ley que podría permitir a más de 800.000 personas acceder a la jubilación.


Pensar y diseñar el futuro debe ser el motivo de las conversaciones en las nuevas generaciones.


La nueva ley de regularización de aportes permite regularizar los períodos faltantes hasta el mes de diciembre del año 2008 (inclusive), a través de la aplicación de una modalidad de pago en cuotas que serán descontadas de manera directa del haber jubilatorio que obtengan. La cantidad de cuotas podrá ser de hasta 120, según las condiciones que establezca la reglamentación.


Las cuotas a desembolsar por los meses a regularizar se calcularán de acuerdo a la llamada "Unidad de pago de deuda previsional", cuyo valor será equivalente al 29% de la base mínima imponible de remuneración vigente a la fecha de la solicitud de la prestación previsional. Se podrán pagar, por ejemplo, una o más unidades por mes, de acuerdo al plan de pagos elegido.


Pero esa cuota que se pagará, sólo "servirá" para acceder a la jubilación. No incidirá sobre el haber, que se calculará sobre la base de los aportes efectivamente ingresados sin moratoria.


O sea que quien se jubile con la moratoria tendrá una "descuento" de su jubilación, porque se calculará sobre la base de sólo los años aportados y, además, tendrá el descuento de la cuota en el haber durante los meses o años que dure la moratoria.


Ejemplo: a valores de marzo, para un trabajador en relación de dependencia con un sueldo bruto promedio actualizado de los últimos 120 meses de $200.000 (remuneración imponible promedio del sistema), la jubilación y las cuotas que le deducirán por acceder a la moratoria serían las siguientes:


Con diez años de aporte y 20 años a regularizar por moratoria anteriores a diciembre de 2008, se jubilaría con el haber mínimo, hoy de $58.655 (más el bono de $15.000 hasta mayo 2023) Y se le descontarían $11.459 en un plan de pagos de 120 cuotas. El haber efectivo sería $47.206, casi similar a los $46.932 de la PUAM (Prestación Universal al Adulto Mayor), ya que en ambos casos perciben los $15.000 del bono.


La solución parece que llevará a la mayoría de las personas a una jubilación con haberes mínimos.


Es por eso que, si bien no salió aún la reglamentación e implementación de este nuevo sistema, hay que ser muy cautelosos a la hora de tomar la decisión de realizar un compromiso económico con ese fin. En la Legislación argentina hay muchos medios para resolver la falta de aportes, por lo que lo fundamental es, ante la duda, recurrir a especialistas en la materia, que con la experiencia suficiente podrán encontrar la mejor solución al momento de tramitar el beneficio previsional.

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