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Un cambio de sistema, una revolución en silencio

La palabra Revolución, para muchos tiene una connotación o carga positiva, pero no toda revolución lo es.



Hermindo González/ Colaboración

La misma es solo un cambio, que generalmente es violento en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional. Entiendo que es ese el camino que comenzamos a transitar desde la conformación de la nueva administración Nacional, con la imposición de una forma de gobierno diferente a la acuñada por la Norma Madre -será hasta ahora- nuestra Constitución Nacional.


De ahí que estos momentos son de mayor gravedad que una simple discusión ideológica-política, sino que reviste más profundidad, ya que se pretende aniquilar los principios y reglas, en definitiva, el contrato social que está vigente en toda nuestra comunidad.


Se pretende tanto como con los Decretos de Necesidad y Urgencias, que a simple lectura se advierte no revisten dichos cambios ni mucha necesidad ni tanta urgencia, pero contienen, al igual que el paquete de leyes denominadas "Ley Ómnibus", normas que modifican no solo los preceptos legales codificados para los cuales se tiene prevista otra forma de modificarse, empero esta formas también son las que elimina esta imposición de nuevo sistema. El mismo consiste en modificar el acuerdo o contrato social que establecía que el bien de mayor raigambre es la "vida", siendo que toda la actividad económica, social, política, educativa, penal, etcétera, se encontraba con la tabulación de que debía ser en dirección a la promoción, protección y acompañamiento de la misma. Pues bien, el nuevo sistema que se pretende imponer tiene que ver con el cambio de dicho contrato social en dirección de correr del centro del universo a la vida, a la persona, al ser humano y colocar a la cosa, al bien, como centro del universo, incluso cosificando al ser humano que ya no es tal, sino capital humano, o sea, bien de intercambio.


Adviértase la gravedad del momento que atravesamos a fin de entender cuál es el debate que se viene, ya que esta situación, que si bien engañosamente usa los canales del anterior sistema, es al único y solo fin de poder eliminarlo.


Vemos este cambio en lo económico, en el que el "nuevo orden es el libre mercado" poniendo a las riquezas -en general- como las de mayor importancia en el desenvolvimiento de la sociedad y, obvio, a sus gerentes o administradores como los de mayor beneficios, pero no por ser humanos, sino por ser los dueños de las riquezas.


Ya tuvo una mirada reveladora el Papa Francisco en su primer encíclica "Laudato Si", en el que nos pone en alerta sobre el cuidado de la "casa común", que no es otra cosa que la tierra, y el cuidado de la naturaleza y ello obedece a que la destrucción del medio ambiente lo es en función de que el mismo está siendo explotado no con fines humanitarios, sino pura y exclusivamente económicos, apareciendo nuevamente en este sistema el único interés que es el bien, la cosa y no es ser humano que requiere del medio ambiente para vivir.


Vemos también en lo que refiere a la legislación penal, con las reformas propuestas se deja en claro este interés, debido a que la vida deja de ser el bien protegido por sobre lo demás y autoriza la muerte de una persona para defender el bien material, "…aunque se encuentre en huida del lugar del hecho", sumado a esto las modificaciones de las penas para quienes pretendan reclamar los derechos perdidos, colocando por encima del hombre a un supuesto derecho supremo de circular, de transitar, pero dicho derecho solo se aplica a la protesta social, debido a que cuando ocurren situaciones vinculadas a cuestiones sociales, económicas o políticas la interrupción del tránsito es ampliamente tolerado, ni hablar de los peajes que impiden la libre circulación por los caminos.


Todas estas cuestiones demuestran que estamos ante una revolución, adelanto negativo para la comunidad y el ser humano, que pretende modificar el sistema imponiendo a la cosa por sobre el ser humano. Dicha situación que vuelve al estado en subversivo, debido a que subvierte el orden Constitucional, deberá pasar por el filtro Constitucional (vean lo que parece una contradicción empero no lo es, debido a que se pretende utilizar el sistema para derogarlo y a algunos miembros de este sistema que bregan por el que se muestra incipiente) primero del Congreso Nacional y luego por el más formal que es la Corte Suprema de Justicia para que, finalmente, si es aceptado por estos estamentos, sea analizado por los ciudadanos a quienes se les impone un estado de sitio (reunión de más de tres personas en lugares públicos deben solicitar autorización) de facto en función de que advierten los nuevos verdugos que el cambio de contrato social y modificación del sistema no cuenta con el apoyo popular quienes, seguro, utilizarán los mecanismos con los que cuentan para resistir y rechazar las nuevas medidas y sostener el sistema democrático.


(*) Abogado MPN°4.638 - Especialista en Derecho Penal del Menor la Familia - Especialista en Derechos Humanos.

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